¿Qué es, en qué consiste el Shinkyoku-Ryu Tai-Jitsu ? Bastaría con explicar que se trata de un estilo de Tai-Jitsu, un estilo distinto a otros, con personalidad propia, pero esto no suele ser suficiente para responder a tan simple pregunta.
Por lo que la primera incógnita que hay que desvelar, en caso de duda, es que el Tai-Jitsu es un Arte Marcial japonés de lucha cuerpo a cuerpo, es decir, un método japonés tradicional, de defensa personal que tiene como objetivo el utilizar el propio cuerpo como arma en un combate. Esta definición se aplica igualmente a varias escuelas o estilos de defensa personal y es en este punto donde la confusión parece ser general, por ello, quizás deberíamos empezar por intentar poner un poco de orden en la aclaración de términos usados habitualmente en el mundo de las Artes Marciales. Desde la óptica de una máxima simplificación se podría afirmar, sin duda, que existen tres tipos de Artes Marciales japonesas bien diferenciadas: Aquellas que usan armas, por ejemplo el Kobudo, el Kendo, etc… Los sistemas de lucha sin armas: Karate-Do, Aikido, etc… Y los sistemas que utilizan ambos métodos: Ninjutsu, Kenpo, etc… Dentro de los sistemas de lucha sin armas encontramos los llamados «duros» (Karate-Do), y los llamados «suaves» (Aikido). Dentro de estos últimos se encuentra un conglomerado de nombres, escuelas y estilos que es el causante de la confusión antes mencionada.
Es conveniente saber que en el periodo feudal japonés, la época en que las Artes Marciales florecieron, llegaron a existir un sinfín de escuelas y estilos de lucha cuerpo a cuerpo, todas ellas con un mismo fin: neutralizar cualquier ataque oponiendo únicamente la inteligencia y la flexibilidad al oponente mediante «suaves» maniobras estratégicas. Dependiendo de las distintas circunstancias en las que el método se desarrollaba, regionalidad, concepto a partir del que se desarrollaba la idea principal del sistema, fin que perseguía, etc…, este sistema de lucha fue adquiriendo distintos nombres, los más utilizados fueron: UCHI, AIKI, JU, YAWARA, WA, TAI, y otros muchos, incluso la mezcla de varios. Otros muchos fueron olvidados o permanecieron encerrados en los clanes familiares que les dieron vida. Con el paso del tiempo cada escuela dio nacimiento a varios estilos. Así cuando este arte llega a Occidente se presenta en las mil formas, estilos y escuelas desarrolladas a lo largo del tiempo, lo que conduce al error de creer que cada nombre pertenece a un arte distinto ya que de no ser así tendrían distintos nombres tal y como ocurre con el resto de las Artes Marciales, donde el KENDO es distinto del IAIDO, o el JUDO del JU-JUTSU. Es éste tan sólo un error semántico. Dado que el idioma japonés se rige por ideas y no por palabras, encontraremos que la palabra «JU» da idea de «suavidad», de flexibilidad, de no-resistencia, que es la misma idea de la palabra «WA», cuyo significado literal sería «paz». El término «TAI» se traduce por «cuerpo», lo que da la idea de la utilización del propio cuerpo (de una «técnica del cuerpo»), para la que es necesaria, si no imprescindible, la flexibilidad de acción la no-resistencia, la habilidad estratégica que igualmente apunta la idea del «JU» que indica «suavidad», «flexibilidad». La palabra «YAWARA» utiliza el mismo ideograma que la palabra «JU» para ser escrito en japonés, por lo que posee exacto significado. «UCHI» se traduce habitualmente por «indirecto», o también indicando una determinada trayectoria, precisamente la misma trayectoria que describen los movimientos del JU-JUTSU. AIKI se traduce por «unión de la energía», por la no-resistencia, precisamente el mismo concepto que encontramos en las descripciones anteriores. Con esta explicación, esperamos que quede suficientemente claro que el actual baile de términos japoneses no es otra cosa que un juego de palabras que contienen el mismo concepto y ha derivado en un antagonismo absurdo motivado por una falta de conocimiento de la cultura y el idioma japonés.
El TAIJUTSU es, por tanto, un método de defensa personal que utiliza el propio cuerpo en sus técnicas, de un modo semejante al JU-JUTSU u otros.
Dentro de cada sistema de defensa existen multitud de estilos, formas distintas de aplicar la misma técnica, o puntos de vista distintos sobre el mismo concepto. En el JU-JUTSU podemos encontrar los estilos DAITO-RYU, YOSHIN-RYU, KITO-RYU, SHINNOSHINDO RYU, HAKKO-RYU, etc… en el 4-DO encontramos los estilos, bien conocidos, de SHOTOKAN, SHITO-RYU, GOJU-RYU, del mismo modo podemos encontrar varios estilos distintos de cualquier Arte Marcial. El TAIJUTSU no es una excepción. El SOKE YUICHI NEGISHI y su sucesor SHIHAN JOSE ANTONIO VALCARCEL han dado a conocer en España el SHINKYOKU-RYU TAIJUTSU, un estilo del arte del cuerpo, de defensa personal tradicional japonesa cuya técnica última consiste, en palabras del Shihan VALCARCEL, en: «dominar al adversario sin oponerse a él, sin utilizar la fuerza muscular, utilizando la fuerza y la inercia del contrario». Incluye en su programa, técnicas de ATEMI, de proyección (nage), de luxación (kansetsu), de inmovilización (osae), de estrangulación (shime), etc… A pesar de todo, no es sino un sistema más, mejor que otros para aquellos que lo practican, peor que otros para aquellos practicantes de otros estilos, igual que los demás para quienes lo desconocen.
Ahora bien, ¿qué aporta este Arte Marcial en un mundo saturado ya de estilos, escuelas y Artes Marciales? No es nuestra intención aumentar, aún más si cabe, la confusión existente. Tan sólo se trata de una nueva oferta, un Arte Marcial que está fuertemente unido a la milenaria tradición japonesa. Fuertemente unido no debe significar «anclado» en esta tradición, sino que se encuentra unido a los valores de la tradición, que la continúa y la ha evolucionado a partir de esos valores que hoy nadie discute.
Estamos en Occidente y comenzando el siglo XXI, las agresiones de que podemos ser objeto son distintas, aunque las técnicas sigan siendo igualmente válidas. Los sistemas de enseñanza tradicionales, su jerarquía, siguen estando hoy vigentes, esto quiere decir la palabra tradición.
El siglo XX y Occidente se enfrentan a una llamada «crisis de valores» que sufre el individuo en formas distintas, la masificación, la estandarización de cuanto nos rodea, el consumo desmedido… hacen que el individuo pierda su propia identidad, sacrificándola por un bien abstracto y a veces irracional. El individuo no sabe quién es ni en qué grupo social se integra, ya que los antiguos estamentos de familia, patria, religión, etc… han caído en desuso. Las Artes Marciales no son un sustituto de estos valores, ni deben convertirse en ninguna especie de secta pseudo-religiosa que dé a los practicantes consuelo espiritual de ningún tipo, pero si nos adentramos un poco en su organización, podremos observar que las Artes Marciales se encuentran divididas en «RYU», estilos o familias (el ideograma que representa a la palabra RYU se puede traducir por «clan») altamente jerarquizados, en los que la figura del MAESTRO es el jefe supremo o cabeza de esa familia, el patriarca del clan. De esta forma, cuando se practica un «estilo tradicional» cualquiera, uno siente que «pertenece al clan», pero dentro de ese clan, de este estilo, cada persona posee su propia «peculiaridad», cada persona crea su estilo personal. Es decir, en las Artes Marciales se respeta, e incluso se potencia, la personalidad de cada individuo, así el impetuoso buscará las técnicas y Kata más vigorosas, el tímido elegirá a su vez las técnicas más sutiles, etc… encontrando así, su propia identidad, su propia personalidad, aun a costa de diluir; que no de sacrificar, su YO personal, su egoísmo, en la corriente del «RYU».
Un objetivo: la superación de sus miedos y sus limitaciones a través del largo camino de las técnicas, una identidad: la de pertenencia a un clan, un estilo, una meta: la autorrealización, además de un sano ejercicio físico y de un método de autodefensa. Esta es la oferta de un nuevo Arte Marcial en el siglo en que vivimos. Aquellas que sólo utilizan la parte física, ejercitándose en la práctica continua de técnicas y ejercicios puramente físicos, aunque lo adornen con kimonos y saludos rituales, se convierten en meros deportes, sanos y lícitos, por supuesto, pero daría lo mismo practicar Kendo o Karate con esa pobre visión que practicar el baloncesto o el atletismo, ya que habrían entrado en conflicto con las ideas de respeto, camaradería y ayuda mutua que llevan consigo aquellas Artes que se continúan enseñando y practicando según el modo «tradicional». No dudamos que estos valores no sean compatibles con la práctica del deporte, pero la competición, cuando se practica con el único fin de convertirse en campeón, tiende a olvidar y a hacer desaparecer la práctica de estos valores.
Hoy ya nadie es atacado con una Katana, y la competición exige una entrega tan absoluta que hace imposible seguir practicando-compitiendo en el momento en que se llega a una edad madura, así que el competidor suele acabar su vida deportiva con sentimiento de vacío, de frustración. Por lo que el ejercicio meramente físico es válido para personas jóvenes, vigorosas e impetuosas, pero el ejercicio mental o intelectual es necesario para personas de cualquier edad y condición.
En este punto el conocimiento de un nuevo Arte Marcial Tradicional adquiere una importancia enorme por la cantidad de valores que conlleva y puede ofrecer, tanto a practicantes de otras Artes Marciales como a individuos que se acerquen por vez primera a este fascinante mundo de las Artes Marciales japonesas.
Por: Gabinete de prensa Japan Karate-Do Sosei-Kai